Columnistas

El Panorama del Dr Joaquín 

Joaquín Guzmán Avilés 

10 de noviembre: una oportunidad decisiva

El próximo 10 de noviembre, el PAN se enfrenta a una jornada interna crucial para su futuro; esta elección no es solo un trámite administrativo, sino una oportunidad de oro para el panismo de reencontrarse con su esencia y de revitalizar sus bases. 

En un contexto político complejo y con miras hacia el 2025, la reestructuración del partido se vuelve fundamental para consolidar un liderazgo sólido y cohesionado.

El PAN cuenta con figuras que han demostrado compromiso y capacidad para generar un cambio profundo, y ahora es el momento de que la militancia elija con claridad y visión de futuro. 

La renovación que se busca no se limita a un simple cambio de dirigencias, sino que implica una reactivación de los principios y valores que dieron origen al partido. 

Los panistas tienen la oportunidad de designar a un líder, que puedan impulsar una estrategia política coherente y atractiva para los ciudadanos, sin embargo, para que esta reestructuración sea efectiva, es necesario que el proceso sea transparente y que prevalezca la unidad dentro del partido. 

Las disputas internas deben ser vistas como un espacio para el debate de ideas, y no como un motivo de división; solo así, el PAN podrá afrontar con fuerza los retos que se avecinan y recuperar la confianza de una ciudadanía que exige alternativas reales y responsables.

El 10 de noviembre marcará un punto de inflexión, será el momento en que la militancia deberá apostar por la renovación o la continuidad, por un liderazgo firme o por una gestión más flexible, pero cualquiera que sea la decisión, el reto mayor estará en mantener la cohesión y fortalecer el proyecto político del PAN de cara a los próximos años.

Día de Muertos: La riqueza de nuestras raíces

En tiempos donde la globalización trae consigo una constante mezcla de costumbres y tradiciones de todo el mundo, es importante  mantener vivas nuestras propias raíces culturales. 

El Día de Muertos, una de las celebraciones más emblemáticas de México, es un ejemplo claro de una tradición que, lejos de ser una simple festividad, nos conecta con nuestra historia y nuestras creencias más profundas; en Veracruz, esta festividad adquiere un matiz único que refleja la riqueza cultural y la identidad de sus comunidades.

En la región de la Huasteca veracruzana, por ejemplo, la llegada de los fieles difuntos se recibe con un arco de flores, comida y luz, una muestra de respeto y cariño hacia aquellos que ya no están. 

Este arco, cargado de simbolismo, marca un camino espiritual para que las almas puedan regresar a sus hogares; no es simplemente un ritual, sino un acto de amor y memoria, una manera de mantener vivos en el corazón a quienes han partido.

Sin embargo, en los últimos años hemos visto cómo algunas festividades extranjeras, como Halloween, han ganado popularidad entre las nuevas generaciones, desplazando poco a poco tradiciones tan profundas y significativas como el Día de Muertos. 

Aunque es natural que existan influencias externas, debemos ser conscientes del valor de nuestras propias costumbres y promover su preservación. 

Sin duda, no podía dejar de mencionar el Xantolo, celebración profundamente arraigada en la cultura de la Huasteca, especialmente en Veracruz. Esta tradición, que fusiona elementos prehispánicos y católicos, es mucho más que un simple baile; es un acto de comunión entre los vivos y sus ancestros. 

Durante el Día de Muertos, el Xantolo cobra vida a través de danzas y rituales que reflejan el respeto y el amor hacia quienes ya no están. 

La riqueza cultural de Veracruz y su manera particular de honrar a los muertos no debe diluirse ni perderse en un mar de celebraciones ajenas a nuestra historia.

Promover la cultura veracruzana no se trata de cerrarnos a otras manifestaciones, sino de valorar y dar a conocer lo nuestro; es por ello que este es un llamado a que las nuevas generaciones comprendan que nuestras tradiciones no son simples rituales, sino una conexión con nuestras raíces y una forma de honrar nuestra identidad.

La invitación es a celebrar y difundir la herencia cultural de Veracruz, a enseñar a valorar lo que se tiene y a sentirse orgullosos de su historia, porque  mientras se siga recordando, sigan poniendo flores, comida y luz para guiar el camino, las tradiciones no se perderán.