El Panorama del Dr. Joaquín
Joaquín Guzmán Avilés
Un cuadro idealizado y alejado de la realidad
La reciente comparecencia de la secretaria de Salud de Veracruz dejó mucho que desear; en lugar de abordar con seriedad y transparencia los retos que enfrenta el sector salud en el estado, la funcionaria pintó un panorama que no solo es inexacto, sino que contradice la experiencia diaria de miles de veracruzanos.
Según su versión, el dengue parece no existir en Veracruz, pese a los casos reportados y las familias afectadas que han alzado la voz.
Tampoco reconoció las quejas de empleados de salud, quienes denuncian haber sido obligados a asistir a eventos partidistas, ni admitió las deficiencias e irregularidades que han salido a la luz.
Resulta alarmante que, frente a problemas evidentes, la titular de esta dependencia niegue su existencia con un cinismo preocupante, como si los ciudadanos no tuvieran memoria ni ojos para ver lo que ocurre.
La titular de la Secretaría de Salud de Veracruz dejó más preguntas que respuestas y una evidente desconexión con la realidad que viven los veracruzanos; se pintó un panorama que, lejos de corresponder a los hechos, parece diseñado para una fantasía administrativa.
Es inquietante que alguien con tal responsabilidad insista en proyectar una imagen irreal de un sistema que, lejos de estar en óptimas condiciones, enfrenta múltiples desafíos.
Su negativa a aceptar críticas constructivas o a reconocer fallos no solo es una falta de respeto para los trabajadores del sector y los pacientes, sino también para los veracruzanos en general, quienes merecen respuestas claras y soluciones reales.
Lo alarmante no es solo la falta de autocrítica, sino la insistencia en negar lo evidente. La salud pública no puede mejorar cuando se ignoran los problemas que la afectan. ¿Cómo se diseñan políticas eficaces si las autoridades se niegan a reconocer los retos?
Por el bien del estado, esperamos que quien ocupe este cargo en el futuro tenga el compromiso de enfrentar los problemas con honestidad y trabajo efectivo.
Veracruz no necesita cuadros ilusorios, sino acciones concretas que transformen verdaderamente la realidad del sector salud.
¿Grandes obras? ¿Dónde están?
El titular de la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP) compareció ante el Congreso de Veracruz con un discurso lleno de cifras y promesas, alardeando sobre las “grandes obras” que marcarían esta administración.
Pero cabe preguntar: ¿cuáles grandes obras? A seis años de gobierno, no existe un solo proyecto de infraestructura verdaderamente representativo que pueda ser recordado como un legado tangible para los veracruzanos.
El estado de las carreteras es un claro ejemplo de este vacío; Veracruz cuenta con una de las redes de caminos más amplias del país, vital para la conectividad y el desarrollo económico, pero basta con recorrerlas para darse cuenta de la realidad.
Los tramos están plagados de baches, falta señalización, y en muchos casos, se han vuelto prácticamente intransitables.
La administración actual prometió transformar a Veracruz, pero las obras anunciadas no han sido más que parches temporales o proyectos sin impacto real; mientras tanto, miles de ciudadanos lidian diariamente con caminos destrozados que afectan tanto la seguridad como la economía local.
En un estado con la importancia estratégica de Veracruz, ¿cómo es posible que en seis años no se haya priorizado una obra emblemática, funcional y que mejore la calidad de vida? Tal parece que el discurso está lleno de promesas, pero vacío de resultados.
Es momento de exigir transparencia y resultados concretos.; Veracruz no necesita más palabras; necesita acción y obras que hablen por sí mismas.
Ausente cuando más se necesitan
Las comisiones legislativas y los representantes de oposición tienen la responsabilidad de ser los ojos, la voz y la conciencia crítica de los ciudadanos, especialmente ante un gobierno que ha demostrado fallas e irregularidades.
Sin embargo, seguimos sin ver a figuras clave como Enrique Cambranis y Alicia Delfín desempeñando ese papel esencial; la ausencia de una oposición contundente no solo es preocupante, sino también peligrosa.
Sin una vigilancia constante, el riesgo de arbitrariedades, corrupción e ineficiencia se multiplica. Las comisiones legislativas no pueden limitarse a ser espacios de simulación; deben actuar con firmeza, investigar y cuestionar las decisiones del gobierno con base en los intereses de los veracruzanos.
El silencio o la inacción de quienes deberían representar a la ciudadanía no es neutral: se convierte en complicidad.
Veracruz enfrenta retos inmensos que demandan una oposición proactiva, no actores políticos que se limiten a aparecer en periodos electorales. Cambranis y Delfín tienen una responsabilidad que, hasta ahora, parece estar quedando en el vacío.
Es hora de que quienes se autonombran representantes de la oposición cumplan con su deber; los veracruzanos necesitan voces que fiscalicen, denuncien y propongan, no figuras decorativas que pasen inadvertidas.
La vigilancia constante y la representación real no son opcionales; son indispensables para evitar que el estado siga cayendo en la inercia del desgobierno.
La pregunta no es solo dónde están, sino cuándo empezarán a actuar como verdaderos representantes del pueblo. Veracruz no puede esperar más.
Un reto monumental para la nueva administración
A solo dos días de que inicie el nuevo gobierno en Veracruz, el panorama que recibe de la administración saliente es desolador; los resultados que deja Morena no solo son decepcionantes, sino también catastróficos.
El estado que entregan está plagado de problemas estructurales: una economía debilitada, infraestructura en ruinas, un sistema de salud colapsado y presuntas irregularidades que, de confirmarse, no solo manchan el cierre de este sexenio, sino que también hipoteca el futuro inmediato del estado.
La nueva administración enfrenta un reto enorme, hereda un Veracruz en pésimas condiciones que demandará no solo decisiones firmes, sino también una voluntad política orientada a la transparencia y la rendición de cuentas.
Este es el momento en el que los ciudadanos deben estar más atentos que nunca porque cada decisión que tome este gobierno será crucial para marcar el rumbo del estado: o se inicia un camino hacia la recuperación y el desarrollo, o se termina por hundirlo en una crisis más profunda.
El verdadero reto no será solo atender los problemas urgentes, sino sentar las bases de una transformación real, pues los veracruzanos no pueden permitirse otros seis años de promesas vacías.
Es hora de que los gobernantes demuestren con hechos que Veracruz puede salir adelante, pero, también es momento de que la sociedad ejerza su papel como vigilante, exigiendo resultados concretos y rechazando la complacencia ante el abuso o la ineficacia.
El futuro de Veracruz está en juego, y la responsabilidad es compartida: del gobierno, al tomar decisiones inteligentes y responsables, y de los ciudadanos, al mantenerse informados y exigir cuentas claras.