Columnistas

El Tranvía

Por: Ale D. González

3 octubre 2023

Educación: la otra crisis mexicana

A poco más de un mes de haber empezado el nuevo ciclo escolar, la SEP apenas da por aprobadas las nuevas normativas de evaluación para la educación básica. Más allá de la noticia, expuesta a finales de septiembre, está claro que desde hace muchos años nos encontramos en una crisis educativa. Siendo México un país en vías de desarrollo, nos encontramos en crisis general: crisis económica, crisis ambiental, crisis política, crisis sanitaria, crisis de lo que quieran hasta crisis existencial.

Desde hace varios años, entre el 2017 y 2018, hubo una modificación, “drástica” para ese entonces, en el proceso de evaluación de educación básica y media superior; los alumnos ya no podían obtener menos de 6, por lo que entonces, siempre recibirían una calificación aprobatoria y siempre lograrían la promoción al siguiente grado. Una de las premisas de aquella época fue el combatir la ansiedad que sufrían los niños y adolescentes al recibir una nota reprobatoria.

Ya hablé yo de emociones en un número anterior, por lo que saben que no me opongo a combatir la ansiedad ni la depresión, sobre todo, en personas de corta edad. Sin embargo, como docente no considero que esta sea una opción para ello o que si quiera eso justifique las nuevas estrategias. Porque el hecho de no permitir la frustración, evita el esfuerzo que un estudiante puede dar para lograr sobresalir académicamente. Les estamos impidiendo el “darlo todo” para saber hasta dónde pueden llegar e incluso para adquirir ciertos éxitos que las buenas calificaciones conllevan como el acceso a becas académicas en instituciones educativas de buena calidad. Ahora bien, la cosa volvió a cambiar.

Aunque ya regresaron a la calificación a partir del 5 para el sistema básico, se conserva aún el “apapacho” para los primeros años de educación formal (preescolar y primer año de primaria). La consigna de hace ya varios años, no cambia, el estrés y la ansiedad bajo la que viven los estudiantes por las calificaciones obtenidas. 

Es por ello, que, según la nueva normativa, a los niños de preescolar no se les otorga un número como calificación sino únicamente se basará su promoción al siguiente grado en observaciones y recomendaciones. Para primero de primaria se aprobará al estudiante basándose en su asistencia y para evaluar con una calificación, esta podrá ser únicamente en un rango del 6 al 10, donde no está permitida la calificación reprobatoria. Para el resto de los grados, se podrá utilizar del 5 al 10 con una calificación aprobatoria mínima de 6. Y la asistencia no será factor para reprobar el grado, aunque se registrará en la boleta para conocer la situación del estudiante. 

El último dato que se tiene de México en cuanto a su posición mundial en nivel educativo es de por ahí del 2018, a partir de los resultados de la prueba PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), efectuada por la OCDE, la cual por la situación sanitaria del Covid-19 se ha postergado con última fecha probable en diciembre 2023. En fin, el último dato indica que México se encuentra en la posición número 102 de 137 países evaluados, de los cuales el top 10 es ocupado por Singapur, Japón, China, Corea del Sur, Canadá, Estonia, Finlandia, Macao, Nueva Zelanda y Australia. 

Es claro que los factores sociales, aunado a la disciplina de los países con mejor nivel educativo, son factores clave para la posición en la que se encuentran. Y, aunque, es parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, a cumplirse en el 2030, México está muy por debajo de la media y de las esperanzas para lograr el objetivo número 4 referido a la educación de calidad. Y no lo digo yo, se logra identificar igualmente en el Índice de Progreso Social (IPS), medición del desarrollo humano en cuanto a 3 pilares básicos: necesidades humanas básicas, fundamentos del bienestar y oportunidades; el cual indica una caída entre 2020 y 2021 de 1.8 puntos, como consecuencia de la pandemia. Dicho progreso social, a su vez, se correlaciona con la escolaridad promedio, el PIB per cápita, el acceso a la atención médica y el dinamismo comercial de cada entidad. Dicho sea de paso, nuestro estado está en el top 5 de los índices más bajos, por supuesto.

Ahora bien, aún no se detalla ninguna estrategia para resarcir los daños a la escolaridad que trajo consigo el confinamiento y que a la fecha se notan las consecuencias. Y si los factores socioeconómicos, muchas veces, son externos a los estudiantes, entonces por qué no aferrarnos a la disciplina, al compromiso, a la exigencia y a la motivación; a esos factores que sí dependen de uno y que quizá ayuden un poquito a que salvemos la educación.

Por cierto, este inicio de semana, el peso registró una ligera caída después de un par de días de progreso de la divisa mexicana, dando paso al fortalecimiento del dólar a nivel global ¿Será indicio de un octubre negro para los mexicanos?