«El agua se llevó todo: la noche en que Álamo quedó bajo el lodo”
Álamo Temapache, Ver.,11-octubre-2025.-La lluvia comenzó suave, como tantas otras veces, pero a las pocas horas el río Pantepec rugió con fuerza. Eran cerca de las cuatro y media de la mañana cuando los vecinos, con palas en mano, intentaban abrir paso entre la tierra y el lodo. Querían salir, escapar, antes de que el agua subiera más. Nadie les avisó lo que estaba por venir.
“Si nos hubieran avisado en la noche, habríamos sacado el carro, las cosas, como fuera. Pero nadie dijo nada. El puente no lo terminaron y por ahí se nos fue todo”, cuenta una mujer mientras observa los restos de su casa.
El agua llegó sin piedad. En cuestión de minutos, la corriente subió hasta cubrir techos y arrastrar lo que encontraba: motocicletas, refrigeradores, lavadoras, muebles, los ahorros de años enteros de trabajo. “Todo se perdió… tengo comedor, negocio, refrigeradores, y todo se lo llevó el río”, dice con voz entrecortada.
Por un momento pensaron que el nivel bajaba. El alivio duró poco. “Nos confiamos, pero de repente volvió a llover fuerte. Yo creo que abrieron las compuertas, no sé. En cinco minutos el agua volvió a subir y ya no hubo tiempo de nada. La casa se cayó completa.”
Al amanecer, Álamo era un pueblo cubierto de silencio y lodo. El agua había alcanzado más de cuatro metros de altura. Muchos vecinos tuvieron que brincar de una losa a otra para salvar la vida, mientras los carros flotaban entre los escombros.
“Nos quedamos solos. Apenas llegaron los militares a sacar a unos cuantos y luego se fueron. No trajeron nada, no ha llegado ayuda”, relatan entre la resignación y la esperanza.
Hoy, entre el fango y los restos de lo que fueron hogares, los habitantes intentan rescatar lo poco que queda: una pantalla, una moto, una foto familiar. “La estamos tratando de rescatar, pero no creo que sirva… lo hemos perdido todo”, dice uno de ellos, con las manos aún cubiertas de barro.
En Álamo, las calles huelen a humedad y a tristeza. No hay luz, ni señal, ni comida suficiente. Pero hay algo que todavía no se ha perdido: la voluntad de seguir, de empezar otra vez, aunque el agua se haya llevado todo
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