Policiaca

“Mi hijo ya no era él”: La madre del joven que d3cap¡tó a un hombre en Coatepec rompe el silencio

***“No vengo como víctima”: El desgarrador testimonio de una madre que enfrenta el cr¡men de su hijo

Xalapa, Ver.,20-julio-2025.-El rostro de una madre rota, pero firme, marca el silencio en una pequeña sala donde se hace un esfuerzo por poner en palabras lo que parece imposible: hablar del hijo que cometió un cr¡m3n y, al mismo tiempo, reconocer que como madre también falló. Lo que dice es crudo: “No puedo defender lo indefendible”.

Ella no busca justificaciones, ni se escuda en el amor de madre. Su voz tiembla, pero no retrocede. A través de sus palabras, se dibuja una historia donde la culpa, el amor y el dolor se entrelazan en una lucha de años contra las adicciones, la soledad, y un sistema que muchas veces ignora a quienes gritan en silencio.

“Me siento devastada”, confiesa. “Estoy hablando del fracaso y el dolor como madre”. Su hijo, André, hoy enfrenta la justicia tras haberle quitado la vida a un vecino, también marcado por su propia historia de adicciones. El cr¡men sacudió al municipio de Coatepec, pero para ella, el impacto fue doble: perdió al hijo que un día soñó con jugar fútbol profesional, que quiso ser abogado, que era emprendedor y alegre, para convertirse en un hombre irreconocible, dañado por las drøgas.

Desde el 2013, recuerda, comenzó una batalla contra las adicciones. “Fue tras el divorcio. Él fue el más inestable de mis tres hijos”. Los intentos de rehabilitación fueron constantes. “El último internamiento fue en 2024, en tu Tranquilidad. Ahí entendí muchas cosas. Yo también recibí ayuda, hablamos como nunca lo habíamos hecho”.

Pero esa luz fue breve. Al salir, André volvió a caer. Reincidió en las drøgas, tuvo dos detenciones por delitos contra la salud, y finalmente, el cr¡men. La madre, entre lágrimas, relata: “Yo ya no veía a mi hijo en él. Su mirada, su forma de hablar, su aspecto… ya no era André”.

A pesar del amor, fue contundente: “Repruebo lo que hizo. Estoy de acuerdo con que se haga justicia. No puedo pedir perdón en su nombre, pero sí lo hago como madre. Me duele mi hijo, pero también la víct¡ma. Me duele todo”.

El mensaje que esta madre deja no es para exculparse. Al contrario, lo repite como quien suplica que otras no repitan su error: “Alcen la voz. No se queden calladas como yo lo hice. No se trata solo de castigar, sino de prevenir. Necesitamos programas reales para los jóvenes, clínicas de salud mental accesibles, espacios para hablar sin miedo”.

No esconde su historia. La ofrece como un espejo incómodo, pero necesario, para que otras madres vean a tiempo las señales, para que otros padres entiendan que trabajar no es suficiente si se abandona la presencia emocional. “Faltó tiempo, faltó guía, faltó acompañarlo. Y ahora no hay marcha atrás”.

Al final, su mirada no pide compasión. Pide acción. “Estoy profundamente arrepentida por no haber hecho bien las cosas. Y quiero que mi error y mi fracaso como madre sirvan a muchas, para que no cometan el mismo error”.

Un testimonio que nos sacude, que nos recuerda que detrás de cada crimen hay más de una víctima, y muchas veces, una madre que también carga una cruz que no eligió.