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Paquita la del Barrio: Una despedida silenciosa en su tierra natal

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20-febrero-2025.-Alto Lucero, Veracruz, vio regresar a una de sus hijas más ilustres, aunque no en la forma en que muchos hubieran esperado. Las cenizas de Paquita la del Barrio, la icónica cantante de rancheras y símbolo de la lucha femenina en la música popular, llegaron a su pueblo natal en medio de un ambiente sereno, casi indiferente. Las calles mantenían su rutina habitual, los comercios abrían como cualquier otro día y la vida cotidiana no parecía alterarse ante la llegada de los restos de una artista que trascendió fronteras.

Mientras los medios de comunicación, tanto locales como nacionales, registraban cada momento de la despedida, los habitantes del pueblo seguían con sus quehaceres. Sin embargo, en las mesas de desayuno, entre antojitos y garnachas, se dejaban escuchar murmullos y recuerdos de la cantante. Algunos la evocaban como una presencia distante, que acudía a misa en la iglesia de Cristo Rey sin grandes saludos ni efusividades. A pesar de su aparente lejanía, el pueblo le guardaba respeto y cariño.

Uno de los relatos más comentados entre los lugareños fue el de su ausencia en un baile en 2012, cuando el grupo Los Vázquez la invitó a cantar. La respuesta a su inasistencia fue escueta y sin explicaciones, dejando una sensación de desapego entre algunos habitantes.

La espera de sus cenizas trajo consigo opiniones divididas. Una mujer de ojos claros y cabello rubio compartió con voz entrecortada su deseo de haber visto el ataúd recorrer las calles, permitiendo al pueblo despedirse como se acostumbra en la tradición católica. Sin embargo, con resignación, aceptó que la voluntad de la cantante debía ser respetada.

Otro testimonio encendió la conversación: un taxista, con tono firme y en voz alta, aseguró que la cremación no fue el deseo de Paquita, sino una decisión tomada por su familia, marcada por disputas internas. Su afirmación, seguida de una rápida partida en su vehículo, dejó flotando la duda entre quienes lo escuchaban.

Cuando los restos de Paquita finalmente llegaron, sus hijos y nietos, con lentes oscuros, recorrieron los sitios que ella solía frecuentar. En su hotel, detuvieron la marcha por unos minutos mientras sus más grandes éxitos sonaban a todo volumen. La música, que tantas veces sirvió como refugio y voz para muchas mujeres, se convirtió en el último eco de su presencia en Alto Lucero.

La ceremonia en la iglesia Cristo Rey reunió a familiares, amigos y admiradores. El sacerdote destacó su trayectoria y el impacto de su legado musical. Su tía Maximina, conmovida, recordó la humildad del barrio donde Paquita creció, en la calle Corpus Christi, donde entre carencias y amor se fue forjando la mujer y artista que el mundo conoció. En ese mismo lugar, su tía Lucía le enseñó a cantar, marcando el inicio de un camino que la llevaría a conquistar escenarios y corazones.

Entre la sencillez del pueblo y la solemnidad del adiós, Paquita la del Barrio cerró su ciclo en la misma tierra que la vio nacer. Su legado, sin embargo, permanece, como el eco de sus canciones que aún resuenan en las calles de un Alto Lucero que, entre nostalgia y discreción, le dijo adiós.