La Central de Abastos, hundida en el lodo: el corazón comercial de Poza Rica colapsa
Poza Rica, Ver.,12-octubre-2025.-Donde antes se escuchaba el bullicio de carretillas, regateos y camiones descargando mercancía, hoy solo queda silencio y un olor insoportable a descomposición. La Central de Abastos de Poza Rica, punto clave de distribución para el norte de Veracruz, quedó devastada tras la crecida del río Cazones, que la cubrió con hasta cinco metros de agua.
Las escenas son de desolación: tomates, papas y cebollas cubren los techos y las calles internas como si la corriente los hubiera arrojado sin rumbo. Las bodegas y los locales están convertidos en montones de lodo y restos de lo que fueron toneladas de alimentos básicos. Los comerciantes trabajan con palas y cubetas, intentando limpiar entre el barro endurecido, sin maquinaria ni apoyo gubernamental.
“Todo se perdió, no quedó nada”, lamenta Amado, mientras observa su bodega vacía. “Cada local tenía más de 70 toneladas de producto. Ahora solo tenemos lodo y el olor a podrido”. A su alrededor, otros vendedores se suman a la faena improvisada, sacando cajas podridas y frutas fermentadas bajo un sol que hace más difícil soportar el ambiente.
El impacto no se limita a los negocios. La Central de Abastos abastece a más de 50 municipios del Totonacapan y la Huasteca veracruzana, por lo que el desastre interrumpe el flujo de alimentos en toda la región. En los pasillos donde antes transitaban camiones, hoy se levantan montículos de desperdicio, moscas y un olor que advierte del riesgo sanitario.
Los comerciantes temen una crisis de salud pública. Los alimentos en descomposición mezclados con el agua estancada amenazan con provocar enfermedades gastrointestinales y respiratorias. Sin un operativo de limpieza urgente, la zona se convierte cada día más en un foco de infección.
Aproximadamente 120 locales fueron destruidos por completo. Refrigeradores, estantes y vehículos quedaron arruinados. Las pérdidas económicas son incalculables, y con cada día que pasa sin apoyo oficial, aumenta la desesperación.
Hasta ahora, las autoridades municipales no han anunciado acciones concretas de rescate o saneamiento. Los locatarios continúan trabajando por su cuenta, removiendo los restos con la esperanza de salvar lo poco que queda. “Lo que necesitamos no son palabras, sino máquinas, ayuda real”, dice una mujer con las manos cubiertas de barro.
El corazón comercial de Poza Rica late débilmente entre el fango y la desidia. En sus pasillos aún se percibe el eco de lo que fue una ciudad viva, abastecida y en movimiento. Hoy, solo quedan el silencio, el olor a pérdida y la incertidumbre de no saber cuándo —o si— volverán a levantarse.
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