Escuadrón Nacional de Rescate: 43 años formando rescatistas y salvando vidas
***Una historia construida con disciplina, convicción y entrega.
Xalapa.-21-noviembre-2025.-Hace 43 años, un accidente cambió el destino de un grupo de jóvenes, pero sobre todo, marcó el inicio de una de las organizaciones de rescate voluntario más emblemáticas del estado: el Escuadrón Nacional de Rescate, fundado y dirigido desde entonces por Vicente Leyva, un hombre que convirtió una tragedia en una misión de vida.
Corría el año de 1982 cuando Leyva acudió, junto a sus compañeros, a un accidente automovilístico en la zona de Acatlán. Un grupo de estudiantes que se dirigía a prácticas quedó varado sin ayuda, lejos de ambulancias y servicios médicos. Sin esperar refuerzos, los jóvenes subieron a un vehículo particular y comenzaron a auxiliar a los heridos como pudieron. Aquella escena –cruda, urgente e improvisada– sembró la semilla de lo que más tarde sería una institución comprometida con salvar vidas, sin pedir nada a cambio.
Desde entonces, el Escuadrón Nacional de Rescate no ha recibido apoyo gubernamental. Todo su trabajo, desde la capacitación hasta la operación en emergencias, se sostiene con el esfuerzo voluntario de sus integrantes. Aun así, la organización ha crecido hasta convertirse en un referente: brinda atención prehospitalaria, rescate, salvamento, recuperación de personas, búsqueda y extracción vehicular. Donde se requiere ayuda, están ahí.
Vicente Leyva lo explica así: “Lo que hacemos es completamente humanitario. No cobramos un solo peso. Eso es lo que nos distingue”. Y es cierto: en tiempos donde casi todo se tarifa, el escuadrón se mantiene firme en su convicción de servicio.
Una de sus apuestas más profundas es el programa “Sembrando la Semilla”, mediante el cual niñas, niños y jóvenes desde los 10 años reciben capacitación en primeros auxilios, disciplina, cultura del rescate y valores comunitarios. No salen a servicios, pero se forman. Cuando cumplen la mayoría de edad, muchos ya dominan técnicas que a otros les toma años aprender. Ese semillero ha permitido que hoy existan alrededor de 32 delegaciones en Veracruz, además de presencia en estados como Tamaulipas y Nuevo León.
Más que un equipo, son una familia. Los une el uniforme, pero sobre todo la convicción. En el escuadrón se aprende a salvar vidas, pero también a escuchar, a estar, a acompañar. Cada rescatista tiene una historia marcada por la gratitud de alguien a quien ayudó, por un niño que volvió a respirar, por una persona que lograron sacar de una barranca tras kilómetros de caminata.
Para Vicente Leyva, hay momentos imposibles de olvidar: ver a un niño recuperarse dentro de una ambulancia, o caminar 10 horas con un lesionado a cuestas hasta encontrar ayuda. “Son experiencias que te transforman. Entiendes que el rescate no es un acto heroico, es un acto humano”, dice.
A pesar del camino recorrido, la misión no ha terminado. Cada día trae nuevos retos: capacitación, equipo que falta, voluntarios que se suman o se van, emergencias inesperadas. Leyva lo sabe: “Estamos lejos de terminar. Pero mientras tengamos manos y voluntad, seguiremos”.
El fundador anhela que algún día exista un respaldo institucional que permita fortalecer la labor del escuadrón. Pero mientras llega, si llega, él y los cientos de voluntarios que forman parte de esta gran familia seguirán respondiendo a la misma consigna que los ha guiado por décadas: servir, ayudar, salvar.
Porque el Escuadrón Nacional de Rescate no nació para ser noticia. Nació –y sigue existiendo– para hacer la diferencia cuando la vida pende de un hilo.
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