Columnistas

El Panorama del Dr. Joaquín 

Joaquín Guzmán Avilés 

Las comparecencias de la simulación; un insulto a los veracruzanos

Las recientes comparecencias de los secretarios de despacho ante el Congreso Local, como parte de la glosa del último año de la administración de Cuitláhuac García Jiménez, han dejado un amargo sabor de boca. 

Lejos de ser un ejercicio de rendición de cuentas, se han convertido en un escaparate de evasivas, datos cuestionables y discursos alejados de la realidad que viven los ciudadanos.

En el caso del secretario de Seguridad Pública, su intervención fue particularmente alarmante; en lugar de ofrecer un análisis sincero de los retos que enfrenta Veracruz en materia de seguridad, se dedicó a presumir cifras irreales y a pintar un panorama idílico que contrasta brutalmente con lo que experimentan a diario miles de veracruzanos. 

Según su versión, en el estado no pasa nada: no hay violencia, no hay crimen, no hay inseguridad. Este discurso, más que generar confianza, insulta la inteligencia de los ciudadanos, quienes ven y padecen una realidad completamente distinta.

A esto se suma el eco de señalamientos sobre presuntos desvíos de recursos por parte del propio gobernador, señalados incluso por militantes de su partido. Estas acusaciones, lejos de ser aclaradas, parecen diluirse en una nube de opacidad e indiferencia institucional.

Las comparecencias debieran ser una oportunidad para rendir cuentas y fortalecer la transparencia, pero en este caso han servido para reforzar la percepción de que la administración estatal está desconectada de las necesidades y preocupaciones reales de la gente. 

En lugar de respuestas, se ofrecieron pretextos; en lugar de soluciones, se entregaron discursos vacíos.

El legado de un gobierno se mide por sus resultados, no por sus declaraciones; la desconexión entre las palabras de los funcionarios y la realidad que enfrentan los veracruzanos deja claro que, para esta administración, la verdad no es una prioridad. La ciudadanía merece algo mejor.

La oposición en el Congreso de Veracruz; entre ausencias y voces valientes

El papel de la oposición en el Congreso es importante para garantizar el equilibrio de poderes y representar las inquietudes de quienes no se sienten identificados con el gobierno en turno. Sin embargo, en Veracruz, hemos sido testigos de un desempeño dispar entre los diputados de oposición, evidenciando una preocupante falta de compromiso por parte de algunos legisladores que parecen haber olvidado la responsabilidad que conlleva su cargo.

Es lamentable la inacción, y en algunos casos la ausencia, de diputados como Fernando Yunes, Enrique Cambranis, y Luz Alicia Delfín Rodríguez, quienes han brillado más por su falta de presencia que por su labor legislativa. 

Su desinterés deja a los ciudadanos desprotegidos frente a los retos que enfrenta el estado y debilita el papel de la oposición como contrapeso necesario. 

Cada curul vacío o intervención superficial es una oportunidad perdida para cuestionar, proponer y vigilar la gestión de los secretarios de despacho y del gobierno estatal en su conjunto.

En contraste, vale la pena destacar las participaciones de Monserrat Ortega y Héctor Yunes Landa, ellos han asumido su rol con valentía, confrontando a los funcionarios y exhibiendo las deficiencias de las políticas públicas cuando es necesario. 

Ambos han demostrado que es posible dar la cara por los veracruzanos, aun en un entorno político que no siempre es favorable; su labor es un recordatorio de que la oposición puede y debe ser proactiva, no solo reactiva, construyendo un debate que enriquezca la vida pública.

La ciudadanía espera y merece una oposición fuerte, coherente y comprometida con los intereses del estado. Los diputados que han optado por la inacción no solo traicionan la confianza de sus electores, sino que también socavan la democracia misma. 

Por ello, es vital que quienes hoy representan a la oposición en Veracruz asuman con seriedad el mandato que les fue otorgado; Veracruz no necesita más espectadores en el Congreso, necesita verdaderos representantes.

Una nueva etapa para Veracruz

El inicio del gobierno de Rocío Nahle, la primera mujer en asumir la gubernatura de Veracruz, marca un hecho histórico y genera altas expectativas en un estado que enfrenta retos profundos. 

Proveniente de Morena, partido que ha mantenido la conducción estatal durante los últimos años, Nahle recibe un estado con graves problemas financieros, sociales y de infraestructura, legado de la administración actual que no logró resolver las demandas de los veracruzanos.

Sin embargo, la llegada de Nahle abre una oportunidad para cambiar el rumbo; su experiencia política, sumada al respaldo de su partido, debería traducirse en una gestión que priorice el bienestar de la ciudadanía por encima de intereses partidistas. 

Veracruz necesita soluciones reales y urgentes en áreas como seguridad, salud, educación y desarrollo económico, que no solo reafirmen el papel de la gobernadora como pionera, sino que también demuestren que el género no limita, sino enriquece la capacidad de liderazgo.

Su administración hereda desafíos estructurales y desconfianza ciudadana hacia los gobiernos; no obstante, su papel será clave para demostrar que, incluso en un contexto adverso, se puede gobernar con eficacia, transparencia y sensibilidad social.

El éxito o fracaso de su gestión no solo impactará a Veracruz, sino que será un indicador del desempeño de Morena a nivel estatal y su capacidad para renovar la confianza ciudadana. 

Nahle tiene ante sí una oportunidad histórica para consolidar un liderazgo que trascienda siglas políticas, y los veracruzanos esperan que su mandato sea un ejemplo de compromiso con el progreso y la justicia social.

Que este nuevo capítulo en Veracruz sea, finalmente, el inicio de un cambio profundo que tanto se ha prometido y que tanto urge.