Columnistas

El Panorama del Dr. Joaquín 

Joaquín Guzmán Avilés 

El PAN en la cuerda floja: Renovación interna para su supervivencia

El Partido Acción Nacional (PAN) atraviesa una crisis profunda que no solo afecta a Veracruz, sino a todo el país; lasrecientes pérdidas de cargos de elección popular a nivel nacional evidencian el debilitamiento de un partido que solía ser sinónimo de una oposición sólida. 

Este año ha sido particularmente desastroso: las traiciones internas, con miembros del PAN uniéndose a Morena para aprobar la reforma judicial, han desnudado la falta de cohesión en su estructura. 

Además, la condena de Genaro García Luna, quien fue una figura clave durante la administración de un expresidente panista, ha salpicado al partido con sombras de corrupción que no se pueden ignorar.

Pero la raíz de esta decadencia se encuentra en la dirigencia nacional, que ha tomado decisiones cuestionables, erosionando aún más la confianza en el partido. 

La falta de estrategia, liderazgo y visión ha dejado al PAN tambaleante, mientras que sus valores fundacionales parecen cada vez más lejanos. 

La insistencia en mantener a figuras que solo buscan el beneficio propio y que han olvidado el propósito original del PAN es un error grave que, si no se corrige, podría llevar al partido a la irrelevancia.

Es hora de una renovación profunda; el PAN necesita más que nunca reestructurarse, dejar a un lado a aquellos que ya no aportan y permitir que nuevas voces, con ideas frescas y un compromiso genuino con los valores del partido, tomen las riendas. 

Solo así podrá recuperar su fuerza y volver a ser una oposición contundente frente a Morena. 

El PAN no debe desaparecer; por el contrario, debe revitalizarse para seguir siendo una opción viable en la democracia mexicana.

Es preocupante observar cómo el legado de Manuel Gómez Morín, fundador de un partido con ideales claros y una vocación por el bien común, se ha desdibujado a tal grado que su propio nieto lo ha denunciado. 

Lo que alguna vez fue el Partido Acción Nacional (PAN), una fuerza política comprometida con los valores del humanismo y la promoción del bien común, ahora parece ser solo una sombra de lo que representaba. 

La autocrítica de Gómez Morín, lejos de ser un ataque, es una reflexión necesaria sobre la pérdida de rumbo y la desconexión con los principios que dieron vida a este movimiento.

Lo más preocupante de esta situación es que, mientras el PAN se enfrasca en conflictos internos, MORENA se ha beneficiado de esta debilitación. 

La sobre representación de este partido en los congresos estatales, en la Cámara de Diputados y en el Senado, es un reflejo de la falta de una oposición sólida y cohesionada. 

En lugar de enfrentar a un partido hegemónico que controla gran parte del espectro político, el PAN se consume en sus propias disputas, olvidando que su función principal es representar a una ciudadanía que demanda soluciones y una oposición que defienda sus intereses.

El PAN necesita reencontrarse con los valores que le dieron vida, dejar atrás las luchas intestinas y asumir con seriedad su rol como contrapeso en un sistema que necesita equilibrios. 

Si no lo hace, corre el riesgo de convertirse en irrelevante en el panorama político, permitiendo que la democracia sufra por la falta de pluralidad y debate real. 

La crítica de Gómez Morín debe tomarse como un llamado de atención para reconstruir un proyecto político que recupere su esencia y vuelva a ser una opción viable para aquellos que buscan una alternativa responsable y comprometida con el bien común.