El Legado de una Voz: La Historia de Paquita la del Barrio y su Familia en Alto Lucero
19-febrero-2025.-En una pequeña capilla de Alto Lucero, Veracruz, resuena aún la memoria de una mujer cuya voz trascendió fronteras: Paquita la del Barrio. Su sobrina, Maximina Jiménez Barradas, nos comparte recuerdos entrañables sobre la icónica cantante y su familia.
La capilla, construida por Paquita en honor a su tía Lucía, es un testimonio de amor y gratitud. «Mi tía Lucía fue quien le enseñó a cantar. Se querían mucho y por eso le hizo esta capillita», relata Maximina. En este mismo lugar, donde ahora se rinde homenaje a la Virgen de los Dolores, se forjó el talento de la artista.
El barrio que vio crecer a Paquita estuvo marcado por la humildad y la unión familiar. «Todas mis tías vivían aquí, era un ambiente bonito», recuerda con nostalgia. Entre la sencillez del entorno, la joven Paquita aprendía los secretos del canto bajo la guía de su tía Lucía, quien también compartía su vida con Faustino, un hombre que, junto a ella, encontraba alegría en la música.
El camino de Paquita no fue fácil. La vida le puso pruebas dolorosas, como la enfermedad de su madre, quien no pudo recibir los cuidados adecuados por falta de recursos. «Cuando ella tuvo fama, mi abuelita ya no estaba, y eso le dio mucha tristeza», confiesa Maximina. Pero la lucha no terminó allí. La enfermedad de su hijo Javier, quien contrajo polio, fue otro desafío que enfrentó con determinación.
A pesar de los obstáculos, Paquita encontró en la música su refugio y su fortaleza. «Mi tía Lucía le decía: ‘Cantas bonito, hija’. Y así fue como empezó». Más tarde, junto a su hermana Viola, formó un dueto que la impulsó hacia el éxito. De una fondita en La Guerrero a un restaurante propio, su carrera fue ascendiendo hasta convertirse en un símbolo de la música popular mexicana.
Maximina recuerda con cariño los momentos compartidos. «Nos íbamos a bailar danzón cuando ella no era famosa. Era bonito, la vida era diferente». La nostalgia aflora al hablar de sus celebraciones. «Hacía bonitas sus fiestas, pero cuando Dios dice nos vamos, nos vamos», dice con resignación.
Hoy, el recuerdo de Paquita sigue vivo en Alto Lucero. Su historia es la de una mujer que, a pesar de la adversidad, logró triunfar sin olvidar sus raíces. Y en cada esquina de este pueblo, donde alguna vez resonó su voz, su legado sigue intacto.