A un año del deslave, familia Arguelles exige justicia y responsabiliza a CMAS-Xalapa: por la muerte de tres de sus integrantes
Xalapa, Ver., 6 de septiembre de 2025.
Hace un año, la vida de la familia Arguelles cambió para siempre. La noche del 5 de septiembre de 2024, un deslave sepultó la vivienda donde descansaban Jasmín, de 23 años; su esposo Jesús Nahín, de 20; y la pequeña Melisa, de apenas seis meses. Ninguno sobrevivió.
El derrumbe ocurrió en la colonia 9 de Abril, en Xalapa, cuando toneladas de tierra y escombros se vinieron abajo, cubriendo el inmueble donde dormía la joven familia. Aunque en su momento se atribuyó a las intensas lluvias, los deudos sostienen que la causa real fue una tubería rota de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento (CMAS), cuyo escurrimiento reblandeció el terreno hasta hacerlo ceder.
En entrevista, Edilberto Arguelles Velázquez, padre de Jasmín y abuelo de la pequeña Melisa, asegura tener pruebas de que no fue un deslave provocado por la naturaleza, sino una negligencia humana:
“Tenemos todo en mano para demostrar que nuestro terreno nunca se deslavó. Los árboles siguen firmes, con sus raíces intactas. Lo que ocurrió fue que el agua de una tubería explotó en la parte superior del cerro y provocó el desgajamiento que sepultó la casa. Fue CMAS la que no hizo bien su trabajo”.
El dolor de la pérdida se mezcla con la indignación por la falta de respuesta oficial. “Pedimos justicia y reparación del daño. No estamos solicitando más de lo que nos corresponde. Perdimos a tres miembros de la familia y el patrimonio de 20 años de esfuerzo”.
Tras la tragedia, Ricardo Ahued Bardahuil, quien en ese entonces era el alcalde de Xalapa, declaró públicamente que el deslave fue consecuencia de un fuerte aguacero que saturó el terreno. Según su postura, el fenómeno natural fue el único responsable de la desgracia.
Sin embargo, la familia rechaza esa versión. “Con todo respeto para el señor Ricardo Ahued, pero tenemos pruebas para demostrar que no fue la lluvia. Durante meses antes casi no había llovido. No fue un deslave natural, fue un error humano por la falta de atención a esa fuga de agua. Y lo vamos a comprobar”, sostuvo Arguelles.
Jasmín había recibido apenas ocho días antes de la tragedia su título como Licenciada en Negocios Internacionales. Su esposo, Jesús Nahín, estudiaba Contaduría en la UPAV y estaba a punto de egresar. Ambos soñaban con crecer profesionalmente y darle un mejor futuro a su hija, Melisa, que apenas comenzaba a vivir.
“Nos arrebataron todo. Una vida de sueños y sacrificios truncada por la negligencia”, dice entre lágrimas su abuelo.
Los Arguelles han presentado quejas ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos y la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, además de solicitar audiencias con autoridades estatales como Rocío Nahle, pero no han recibido respuesta concreta.
En cuanto al municipio, aseguran que el apoyo solo llegó en los primeros días: gastos funerarios y acompañamiento en el sepelio. Desde entonces, dicen, no ha habido más diálogo. “Tuvimos un acercamiento inicial, pero ahí quedó todo. Nunca se nos ha reparado el daño ni apoyado con vivienda o renta”.
Incluso, en el último año han tenido que rentar un pequeño departamento cercano, pues han enfrentado intentos de invasión en el terreno afectado. “No vamos a dejar que, además de lo que ya perdimos, nos arrebaten lo poco que quedó. Sería la injusticia más grande”.
La familia insiste en que no se trató de un desastre inevitable, sino de una negligencia institucional. Y al cumplirse un año del deslave, su exigencia es clara:
“Lo único que pedimos es justicia. Nada más. Recuperar lo que perdimos y que se reconozca la verdad. No buscamos pleitos ni venganza, solo que se nos repare el daño que nos causaron”.










